FUENTE | La Razón digit@l (25/05/2009)
Autor: Miguel Carbonell
Dentro de unos años, «los bebés nacerán con su genoma bajo el brazo», lo cual permitirá saber a qué enfermedades estarán expuestos y cómo poder evitarlas. Venter asegura que desde que obtuvo su propio genoma, hace tres años, ha cambiado «totalmente» su estilo de vida.
La genética cambiará totalmente la sanidad pública, ya que el código de ADN revela el metabolismo, único en cada persona, y ayuda a «aprender cómo prevenir las enfermedades», «qué medicinas son efectivas en cada uno» y «qué hábitos nos benefician o perjudican». En un marco de envejecimiento poblacional y universalización de la sanidad que encarece cada vez más el servicio, el genoma «será una buena fórmula para reducir costes y mejorar la calidad», vaticina.
Polémico por trabajar en la obtención de la primera forma de vida sintética Venter sueña con una nueva revolución industrial basada en la bioingeniería genética. Uno de sus muchos proyectos, la expedición Global Ocean Sampling, recopila una biblioteca del ADN de miles de microbios, muchos desconocidos.
«Los microorganismos marinos representan la mayor fábrica de oxígeno del planeta y el mayor sumidero de CO2», asegura. «Comprenderlos y manipularlos nos dará la herramienta que necesitamos para frenar el calentamiento global». Un microorganismo capaz de absorber grandes cantidades de gases de efecto invernadero podría ayudar a combatirlo, pero habría que ver si los países estarán dispuestos a que lo ponga a prueba en los océanos.
De momento ha obtenido el permiso de varios gobiernos, entre ellos la Comunidad Valenciana, para recolectar muestras de mares aislados como el Mediterráneo, el Negro y el Báltico. Su yate «Sorcerer» («Hechicero») recalará en las costas españolas en otoño.
Recientes investigaciones han hallado cadenas enteras de ARN vírico incorporado en el genoma de algunas especies, incluida la humana. La interacción de los microorganismos con los organismos superiores es un campo de estudio nuevo, en el que Venter se ha implicado de lleno.
Estudios de la Asociación Americana de Enfermedades Infecciosas y Alergología cifran en diez a uno la proporción de microorganismos que viven en simbiosis en nuestros tejidos.
Es decir, por cada célula del cuerpo, hay diez microorganismos viviendo en él, en los tractos respiratorio (nariz, garganta), digestivo (boca, intestinos, ano) y urogenital. Ojos, oídos, piel, pelo y uñas también son caldo de cultivo para su proliferación.
* ¿Comparte toda la humanidad el mismo Microbioma?
*¿Cuál es su influencia en la salud?
* ¿Existiríamos sin ellos?
Estas son algunas de las preguntas que se tratarán de responder. «Conocemos poco de ellos y de su forma de interactuar con nosotros, cómo afectan a las enfermedades, a la propia evolución», asegura Venter, cuya empresa participa el ambicioso proyecto Microbioma Humano, que pretende dibujar el mapa genético de las decenas de bacterias, flagelos y protozoos que llevamos encima.
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