Un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto Robert Koch (en Berlín), del Instituto Max Planck para Antropología Evolutiva (en Leipzig) y del Centro Suizo de Investigaciones Científicas en Costa de Marfil, confirma la amenaza vírica a la que están expuestos los monos antropomorfos, encontrando la primera evidencia directa de transmisión de virus desde humanos a monos salvajes.
Fuente: MPG (14 de marzo de 2008)
Sin embargo, el estudio también indica que los proyectos turísticos y de investigación, que conllevan una fuerte presencia humana en lugares poblados por monos, han suprimido de manera sustancial la caza furtiva ejercida sobre los chimpancés. Las vidas de chimpancés salvadas por este efecto protector sobrepasan en número a las que se han cobrado las enfermedades introducidas entre ellos por los humanos.
Desde hace mucho, se viene sospechando sobre la introducción de enfermedades respiratorias por parte de los humanos en áreas donde los monos en estado natural han permanecido en estrecho contacto con las personas, pero éste es el primer estudio en diagnosticar al agente de la enfermedad y en cuantificar su impacto sobre la población de chimpancés.
En el estudio, se empleó un enfoque multidisciplinario que incluyó ecología del comportamiento, medicina veterinaria, virología y biología poblacional, para rastrear la introducción de enfermedades humanas en dos comunidades de chimpancés en el Parque Nacional Tai en Costa de Marfil, donde los investigadores comenzaron a habituar a los chimpancés a la presencia humana en 1982.
Los análisis de muestras de tejidos tomadas de chimpancés, que murieron en una serie de epidemias que se remontan hasta 1999, dieron positivo a dos virus respiratorios humanos que contribuyen de manera importante a la mortalidad infantil en los países en vías de desarrollo, y que circulan también por otras naciones. Cepas virales extraídas de los chimpancés resultaron estar estrechamente relacionadas con cepas epidémicas actualmente en circulación en poblaciones humanas en regiones tan alejadas como China y Argentina, sugiriendo ello una introducción reciente desde los humanos hacia los chimpancés. Los autores de la investigación también emplearon observaciones clínicas y análisis demográficos para inferir que epidemias respiratorias similares pueden datar de fechas tan lejanas como 1986.
Las actividades de investigación científica sobre poblaciones de chimpancés tienen, pese a todo, efectos marcadamente positivos. Estudios longitudinales han demostrado que la presencia de investigadores ha suprimido la caza furtiva en el área circundante. En consecuencia, las densidades poblacionales de los chimpancés, tanto en el lugar bajo estudio como en un cercano sitio turístico de observación del chimpancé, fueron mucho más altas de lo que cabría esperarse si fueran accesibles a los cazadores furtivos.