La alimentación constituye "un eslabón fundamental de la cadena de contaminación química global", que empieza con la producción de sustancias químicas y termina con su aparición indeseable en nuestro organismo.
FUENTE | El Mundo Digital (22 / 9 / 2006)
El informe 'Alimentos: un eslabón más en la cadena de contaminación química' ofrece una panorámica de la contaminación en alimentos de ingestión diaria por sustancias químicas producidas por el hombre.
Algunas de las sustancias más encontradas son el pesticida DDT, los PCB (bifenoles usados en los componentes eléctricos) y los retardantes de llama bromados (usados para reducir la inflamabilidad).
Sin embargo, las sustancias químicas también pueden acabar en el medio ambiente por otras rutas distintas: como resultado de derrames durante la fabricación, el transporte o almacenamiento, aplicaciones directas, incluido su uso amplio en productos de bienes de consumo diario como los ordenadores, los televisores o los productos para el cuidado personal.
Para realizar el estudio, la organización analizó 27 muestras de diferentes alimentos - productos lácteos (leche, mantequilla y queso), carne (salchichas, filetes, jamón, chuletas, panceta y pechugas de pollo), pescado (salmón ahumado, arenque y atún), pan, miel y aceite de oliva - adquiridos en supermercados de España, Reino Unido, Italia, Grecia, Suecia, Finlandia y Polonia.
Las muestran fueron analizadas para buscar rastros de ocho distintos grupos de sustancias químicas sintéticas: plaguicidas organoclorados (OCP), bifenoles policlorados (PCB), retardantes de llama bromados, sustancias perfluoradas (PFC), ftalatos, organotinas, alquilfenoles y almizcles artificiales.
Los resultados ponen de manifiesto la presencia de sustancias químicas sintéticas potencialmente dañinas en todas las muestras analizadas: se detectaron ftalatos en el aceite de oliva, los quesos y las carnes; plaguicidas organoclorados - prohibidos ya desde hace años - en el pescado y en la carne de ciervo; almizcles artificiales y organotinas en el pescado y también retardantes de llama bromados en las carnes y los quesos.
En las muestras provenientes de España (jamón curado y queso manchego), se encontraron huellas de algunos tipos de bifenoles policlorados (PCB), de plaguicidas organoclorados (OCP), de retardantes de llama bromados y de ftalatos.
Con este estudio, WWF/Adena quiere llamar la atención sobre los efectos que puede tener una exposición a largo plazo a un cóctel de sustancias químicas en bajas concentraciones, especialmente sobre el feto en desarrollo, los bebés y los niños pequeños.
Según el Profesor Jan-Ake Gustafsson, coordinador de la red científica CASCADE, los humanos están "especialmente expuestos a los productos químicos en los alimentos".
Puesto que algunos de estos compuestos son similares a las hormonas, "estas sustancias interfieren con nuestro sistema endocrino y pueden constituir un factor de riesgo para contraer enfermedades como la obesidad, diferentes tipos de cáncer y diabetes, así como la reducción de la fertilidad".
Y como añadió Sandra Jen, Directora de la campaña europea DetoX de WWF/Adena: "Es escandaloso ver que también una dieta sana conlleva el consumo de tantas sustancias químicas tóxicas.
Romper esta cadena global de contaminación química requerirá un fuerte compromiso por parte de los políticos europeos con la salud humana y el medio ambiente".
Este otoño, el Parlamento europeo votará una nueva legislación europea sobre sustancias químicas (REACH) cuyo objetivo es proteger a los seres humanos y al medio ambiente de las sustancias químicas peligrosas producidas por el hombre.
No obstante, a lo largo de su trámite legislativo, la presión de la industria ha dado como resultado que esta propuesta normativa se debilite, lo que conllevará pocas mejoras en la legislación actualmente en vigor.