Fuente consumer.es | 17 de julio de 2007
Las bacterias lácticas pueden entrar en contacto con numerosas bacterias patógenas y oportunistas durante el proceso de fermentación, o bien en el tránsito intestinal.
Los científicos participantes en el proyecto analizaron más de 250 bacterias de ácido láctico procedentes de quesos tradicionales, y otras 250 cepas provenientes del intestino de personas sanas.
Baltasar Mayo, uno de los españoles que ha tomado parte en esta iniciativa, explica que en el caso de que las bacterias lácticas porten algún tipo de resistencia transmisible, es posible que ésta llegue hasta los microorganismos patógenos.
Mayo advierte de que "algunos autores sostienen que la cadena alimenticia podría ser una de las principales vías de transmisión de esta resistencia".
La mayoría de las cepas examinadas son, bien sensibles a los antibióticos, o bien resistentes a ellos pero de manera natural, es decir, desde su origen. "Sólo unas pocas procedentes del intestino, en su mayoría, presentaron resistencias adquiridas.
Estas son precisamente las cepas que no deberían incluirse en productos alimenticios", apunta el investigador del CSIC.
Gracias al trabajo del equipo español se han identificado dos cepas de "Lactococcus lactis", aisladas de una elaboración artesanal de queso de Cabrales, y otra de "Lactobacillus sakei", en queso italiano de tipo Sola, que portaban el gen tet (M).
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