Fuente: genciencia
(18 de enero de 2011)
Un estudio procedente de Israel publicado en el último número la revista Environmental Science & Technology revela que podría ser más peligroso para la salud de lo que se pensaba hasta ahora. Según el estudio, la nicotina que queda atrapada en tejidos, alfombras y muebles reacciona en el aire de los espacios cerrados y produce otros contaminantes, algunos posiblemente más tóxicos que el propio tabaco.
Para limpiar el aire no basta con abrir las ventanas, cerrar las puertas o conectar el ventilador, las partículas nocivas del pitillo se depositan en el polvo casero acumulado en cualquier superficie, llegando a perdurar incluso meses.
Entre las sustancias encontradas en un tabaquismo de tercera mano se encuentra el cianuro (utilizado en la industria), butano (el gas utilizado en los encendedores), tolueno (encontrado en solventes de pintura), arsénico, plomo, monóxido de carbono.
Confieso que me gusta escribir en lugares públicos, con el runrún de fondo de la gente, sobre todo en cafeterías atestadas de gente. Ahora que las cafeterías son espacios sin humo, a veces también me cuelo en los espacios que antiguamente estaban reservados para los fumadores. Son lugares en los que ya no hay humo, sólo queda en el ambiente un diluido aroma a tabaco. A tenor de este estudio, quizá debería sopesar si vale la pena dejarme caer por esos espacios antes de que los hayan higienizado a fondo.
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