FUENTE | El Mundo Digital ( 01/02/2007 )
Autor: Ángeles López
"Nuestros resultados muestran que tanto la ciudad donde una mujer viva como el lugar donde ella resida dentro de esa población, afectan a su nivel de exposición y a su riesgo de enfermedad", afirma Kristin Miller, de la Universidad de Washington (EE.UU.) y primera autora del estudio publicado en 'The New England Journal of Medicine'.
Hasta ahora numerosos estudios han mostrado cómo afectan estas partículas a la salud humana: mayor riesgo de asma, enfermedades pulmonares y patologías cardiovasculares.
La diferencia puede deberse a que la nueva investigación se ha centrado en esa relación (contaminación ambiental y riesgo cardiovascular), mientras que los anteriores estudios habían encontrado esa asociación al estudiar otros factores.
Además, el tiempo de seguimiento, una media de seis años, y el número de mujeres evaluadas, más de 65.000, le dan credibilidad a los resultados.
Durante los nueves años que se prolongó el estudio, 1.816 mujeres, sin antecedentes de enfermedad cardiovascular, presentaron uno o más de estos trastornos: enfermedad coronaria, cerebrovascular, infarto de miocardio, ictus o revascularización arterial.
Los investigadores evaluaron, a través de monitores instalados en 36 ciudades, la concentración de partículas inferiores a 2,5 microgramos (o millones de gramos) en el ambiente y que son origen de las fuentes de contaminación mencionadas anteriormente.
Así, se detectó que el nivel de micropartículas oscilaba entre cuatro y casi 20 microgramos y que por cada 10 unidades de aumento en la concentración el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular incrementaba un 76%.
Además, al analizar el riesgo de desarrollar un episodio vascular no cardiaco, se encontró que por cada incremento de 10 microgramos por metro cúbico aumentaba un 35% el riesgo de trombosis cerebral y un 83% el riesgo de muerte por este trastorno.
LA POBLACIÓN Y LA UBICACIÓN DE LA CASA
El estudio también demostró que la relación entre contaminación y enfermedad cardiovascular dependía no sólo de la ciudad en la que vivía la persona sino también del lugar donde se encontraba su hogar en dicha población.
El mecanismo por el que la exposición prolongada a finas partículas del ambiente puede aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular permanece desconocido.
Sin embargo, los autores explican que podría deberse a "la aceleración de la aterosclerosis y la vulnerabilidad a la rotura de la placa, que han sido documentados en modelos experimentales, y a la debilidad de la pared de los vasos sanguíneos en humanos que ha sido relacionada con la contaminación ambiental".
En un editorial, publicado también en 'NEJM', se insiste en la credibilidad de estos resultados debido al rigor con que se ha realizado este estudio y la calidad de su metodología.
También se advierte de "la necesidad de llevar a cabo intervenciones médicas y de salud pública para reducir la carga de enfermedad cardiovascular atribuible a la contaminación ambiental".
Por último, sugiere que si futuras investigaciones pudieran determinar los factores individuales y adquiridos que conducen a un aumento de ese riesgo coronario en respuesta a la contaminación, entonces "se podrían realizar programas dirigidos a aquellas personas que presentan más riesgo y de esa manera aminorar, al menos en parte, el daño de la exposición ambiental".