Sabemos lo que comemos

  que comemos Sabemos lo QUE COMEMOS

Las ‘vacas locas’, el anisakis del pescado o el aceite de colza han provocado graves crisis alimentarias. La seguridad de los alimentos es una prioridad en la UE, que vislumbra con temor al consumidor europeo del futuro: obeso y ansioso.

FUENTE: Expansión (04/12/2007)
Autor: Ana Martínez

El aceite de colza, en 1981; las vacas locas, en 1996; el anisakis, cada verano de los últimos años…

Ni siquiera el agua es inocua: el plomo que contiene, que puede proceder de las tuberías, reduce el cociente de inteligencia de los niños.

Las crisis alimentarias son una amenaza que periódicamente se cierne sobre la sociedad.

Aunque, afortunadamente, cada vez sabemos mejor qué es lo que comemos. Así lo aseguraron en Bruselas los expertos participantes en foro científico De la seguridad alimentaria a las dietas saludables, organizado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).University College Dublin.

Pero tampoco faltó la autocrítica: “Es necesaria una mayor transparencia para los consumidores. A veces damos a entender que todos los alimentos conllevan un riesgo… Porque, claro, si no hay riesgo, no hay fondos para la investigación. Son falsas alarmas que pueden tener graves consecuencias”, señaló Patrick Wall, del Departamento de Salud Pública.

La última amenaza ha sido la gripe aviar, que, por un tiempo, volvió a poner al pollo en la lista negra de alimentos de los ciudadanos, a pesar de que las autoridades veterinarias y sanitarias insisten en que el virus de la gripe no se transmite por la comida.

Durante unos meses, las ventas de pollo cayeron y algunas industrias anunciaron la reducción de su actividad.

“Es el mejor ejemplo de falta de información. Los ciudadanos estaban confusos y no acababan de percibir el mensaje”, explicó Catherine Geslain-Lanéelle, directora ejecutiva de la EFSA.

CONFUSIÓN

Gordos, ansiosos y confusos.

Así serán los consumidores europeos del futuro. Por exceso o por defecto, la mitad de la población está aquejada de enfermedades provocadas por malnutrición -falta de nutrientes- o mala nutrición -obesidad-, cuyas consecuencias son dramáticas.

En el mundo, 800 millones de personas padecen hambre, y reducir a la mitad esta cifra para el año 2015 es una de las prioridades de la FAO.

En la UE, la mitad de la población adulta sufre obesidad o supera el índice de masa corporal y, lo que más preocupa a las autoridades, un cuarto de los escolares padece el mismo problema.

Algunos de los expertos participantes en el Congreso de la EFSA coincidieron en una de sus propuestas: la nutrición debería formar parte de los programas escolares desde los primeros años de vida.

“El punto crítico somos cada uno de nosotros. Actualmente tenemos la posibilidad de alimentarnos como nunca lo hemos hecho; otra cosa es que lo hagamos bien”, señaló Robert Madelin, director general de Salud y Protección al Consumidor de la UE.

El pasado 1 de julio se dio un primer paso, cuando entró en vigor el Reglamento Europeo de Declaraciones Nutricionales y de Salud, que estipula que calificaciones como rico en vitaminas, light, sin azúcar añadido o sin materia grasa -cada vez más usadas en la promoción de los alimentos para atraer la atención de los ciudadanos- se basen en evidencias científicas contrastadas.

Las empresas deben demostrar que realmente existe un efecto nutricional o fisiológico beneficioso en el alimento, a través de pruebas científicas internacionalmente aceptadas y que en España regula la Aesan.

Así, gracias a las agencias de seguridad alimentaria, que velan por la salud de los consumidores y la calidad de los productos, cada día aumenta la información sobre lo que comemos. “Estoy segura de algún día terminarán las alarmas que, periódicamente, desatan el nerviosismo entre la población”, concluyó Geslain-Lanéelle.

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